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El consejero bíblico


Liderazgo: Batalla contra el desaliento

por Eliezer González

Hace años, como un joven dispuesto a hacer algo para Dios, me involucré en muchas actividades, corría de un lugar a otro, estaba inmerso en el "ministerio", hasta que una simple pregunta me paralizó. "Eliezer", me preguntó un amigo, "lo que estás haciendo, ¿hasta dónde llega a la luz de la eternidad?"
Supongo que su pregunta fue sin ánimo de desarmarme, y tal vez aun sin intenciones de que fuera recordada por tantos años. Es posible que él mismo haya olvidado esa pregunta. Para mí, sin embargo, fue como si alguien me hubiese dado con un mazo en la cabeza. Yo estaba haciendo muchas cosas para Dios con el deseo de agradarlo, pero estaba olvidando la perspectiva de la eternidad. ¿Cómo podemos llevar a cabo un ministerio con la eternidad como fondo? Tengo que confesar que al darme cuenta de que mi esfuerzo no transcendía mucho, al principio me desalenté. Pero de aquel desaliento surgió la semilla para frenar mi activismo, revisar mis prioridades, profundizar mi relación con Dios y prepararme para servirle mejor.
A pastores y a líderes cristianos nos consume la pasión de hacer algo para Dios, algo que transcienda el tiempo y toque la eternidad. ¿Pero quién es competente para eso? Si somos sinceros, reconoceremos que a veces con la mejor de las intenciones deseamos tener un ministerio reconocido, exitoso, creciente. Algunas veces, sin embargo, nos sumimos en desaliento y caemos en la depresión y en el desánimo al pensar que, después de todo, no hemos llegado al éxito que soñamos o que algunos nos pronosticaron. Otras veces, como pasó en mi caso, nos damos cuenta de que nuestro activismo no produce fruto eterno. Es entonces cuando el liderazgo se hace un poco difícil de sobrellevar.
¿Cómo escapar al desaliento, al espíritu de derrota? ¿Cómo hacer para que esas aparentes derrotas no nos agobien hasta el desaliento?

Pide lo que quieres
Salomón fue uno de los hombres mejores dotados en la historia de la humanidad. Sólo a él Dios se le apareció una noche en sueños para decirle: "Pide lo que quieres y te será concedido". Sin duda ese habrá sido un momento extraordinario en la vida de este hombre. Ahora bien, si Dios se nos apareciera hoy con esa misma oferta, ¿qué pediríamos? Nuestra petición definiría lo que somos y hasta dónde queremos llegar con Dios. Si fuéramos sinceros, admitiríamos que en los recovecos de nuestra alma a veces hay deseos que no se ajustan al deseo de Dios. Buena parte de nuestras frustraciones ...

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