... Pero como yo veía a mis hijos diariamente, no veía su crecimiento a corto plazo. Pero a largo plazo, crecían de modo considerable, y ahora ya son todos mayores y con hijos propios.
La Biblia habla de la vida cristiana como una vida de crecimiento imperceptible, aunque constante y continuo. Gálatas 6:9 dice: «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos». La Biblia asegura que cosecharemos en el momento adecuado, pero no dice cuánto tiempo tendremos que esperar para que llegue nuestro momento adecuado. ¿Y qué si debemos esperar toda la vida? Esperemos, pues. Tenemos la absoluta promesa de Dios de que Él llevará a cabo su voluntad en nuestra vida. Cuánto tiempo demora, es cosa de Él. Mi fidelidad y mi crecimiento están ligados a aprender a confiar en que Él me habrá de perfeccionar a mí y a los que amo, pero lo hará en su tiempo divino.
Mi esposo, Luis, y yo conocemos a una mujer anciana que durante 68 años oró por la salvación de su hermano. Cuando éste llegó a los 80, recibió a Jesucristo, y al poco tiempo murió. Tal vez usted se diga: «Se salvó por un pelo». Por supuesto eso no es lo que piensa Dios. ¡Imagine qué gran bendición como resultado de haber orado durante 68 años!
Hace unos años, cuando tuve que luchar con el cáncer, llegué a cansarme de sentirme tan débil y malhumorada. Al recordarme varias verdades fundamentales, el Señor eliminó mi frustración y me animó a perseverar.
En primer lugar, Dios tiene todo el tiempo del mundo. Él nunca le ha fallado a nadie, y usted no va a ser el primero a quien le falle. Filipenses 1:6 afirma: «El que comenzó tan buena obra en ustedes, la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús». Para mí esas palabras son alentadoras.
En segundo lugar, este es un mundo caído y nosotros somos criaturas caídas. No podemos esperar perfección de los seres humanos porque sólo Dios es perfecto. Recordar esto me ayuda cuando las cosas en mi vida no van tan viento en popa como yo quisiera. Dios nunca tuvo la intención de que la vida en la tierra fuera perfecta. No obstante, Dios sigue obrando en mi vida. Y habrá de perseverar hasta el final, conmigo y también con usted.
En tercer lugar, porque este es un mundo caído, nada en esta tierra es totalmente justo y equitativo. Cuando nuestros hijos eran chicos, yo trataba de «alisar» y compensar todo para ellos; trataba de hacer que todo resultara justo y equitativo, y para ...